Manos que se cruzan,
miradas que lo abusan,
vive bajo rocas,
entre pétalos de rosas,
puro y sin rasguños,
e inmenso como ninguno.
Pensemos animales,
pues de raza eso somos,
seres con cabales,
pero intensos y rabiosos.
Amantes de lo ajeno,
de lo marchito y mundano,
de las bocas que acusan,
y de envidia en las venas,
que se escurre en las estrellas.
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