lunes, 19 de julio de 2010

Articulo


En la vida, el ser humano desarrolla en varias facetas,constante se encuentra en competitividad, en la mayoría de los casos, y sin darse cuenta consigo mismo; pero existe una aproximación con los demás que lo lleva a interiorizar y dudar de sus propias decisiones, incluso de aquellas en donde emergen todas sus habilidades y destrezas.

En el diseño, como en muchas otras profesiones, como profesionales nos vemos en la constante tarea de reformarnos, de integrarnos de más ideas y proyectos, de seguir expandiendo los limites de nuestro conocimiento, pues en cualquier momento este se verá reflejando en nuestro trabajo, símbolo auténtico de un acumulo de aprendizajes y vivencias.

Resulta verdaderamente interesante la incursión de nuestras aptitudes dentro de un concurso.
Desde el momento de su creación es decir, el momento en que una neurona se conecta a través de sinapsis con otra, para dar fruto a un producto que de primera instancia nos parece una maravilla.
Luego existe el proceso de las mil decepciones, en las cuales sentimos que esa idea es brillante, pero boba, y entonces comienza de nuevo. Incluso muchos pueden recurrir a la retórica como paso principal para la creación, o utilizar una de las muchas técnicas que ayudan a la expansión de nuestra mente creativa.

Una vez que la tenemos, y nos tomamos horas, incluso hasta varias noches de sueño, solo con el anhelo de sentirnos satisfechos, viene el miedo.

El miedo de que todo quede perfecto, los rezos para pensar que nuestra idea fue la más acertada, la que seguro matara al juez por el no haberlo pensando antes; seguido de la interminable espera, la cuenta regresiva que nos mantiene contando los días, hasta que como el pan en la tostadora nos dice: LISTO.

Esperanzados recorremos la lista varias veces, no queremos olvidarnos de nuestro segundo nombre, espera, ¿Cuál es mi apeido?...
No está.

El brillantísimo instante creativo,
Un gran prospecto,
El mensaje persuasivo ideal,
Una composición magistral...

Simplemente no está.

Las horas de intenso trabajo se ven desvanecer a través de tantos nombres sin observar ni indicios de nuestra inicial.
Triste agonía, termino el día.

Existen muchos diseñadores realmente brillantes que tienen un potencial enorme, que pena que los eventos tengan una concepción muy abstracta del diseño; pero nos falta crecer y se justifica, se perdona.

Nos hace falta crecer como maestros, jueces de capacidades, de armonías y trabajos, pero más nos hace falta crecer como creadores, como idealistas, soñadores, como impresores de la imaginación, nos hace falta tener más fe.


Pd. El diseño no tiene nada que ver con la fe.
Pero, ¿A donde iríamos sin tener sueños?

Realizado para toda la gente que vive soñando en ser un ganador.
Y ya lo somos… despertemos.

1 comentario:

  1. Me atrevo a decir que alguna decepción inspiró este escrito; pero lo que en verdad es importante se puede exponer en varios puntos:

    Coincido con vos en tu descripción emocional de los concursos, y considero que se han convertido en entes que de manera forzada tratan de poner escalas en el diseño.
    El problema es que esas mediciones son subjetivas en muchos aspectos, fatal tragedia que acecha al diseño desde siempre ya que con soltura se pueden expresar juicios de valor como el trillado "mmm, no me mata" o aquella frase insatisfecha "algo le falta". De ahí pasamos a la reina de la ambigüedad "juega más con el diseño" o la asesina de cualquier ego "no me gusta, prueba otra tipografía".

    Me encantó cuando mencionas cómo se desvanece la esperanza en el mar de nombres, y sí, la fe en uno mismo es muy importante.
    Sólo ella nos puede salvar cuando un malévolo concurso nos deja con un amargo sabor de boca.

    Lo que importa es que al final del día sólo tú sabes hasta donde puedes llegar, y lo podrás demostrar cuando las condiciones de diseño sean más amables y justas que en un concurso que sólo escoge los objetos más "bonitos" (sic).

    Saludos y sigue con tu evolución diseñística. En lo personal tengo muchas esperanzas en tu trabajo profesional.

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